CARTA A LOS ADULTOS

Estimadas Familias y Personal del Jardín:
Días duros son los que estamos transitando. Incertidumbres de todo tipo 
nos irrumpen en lo cotidiano constantemente.
Horas que no pasan más, y que por momentos, nos damos cuenta que pasan muy rápido.
Estando cercano el 2 de abril recordé una sensación similar y, con ella, a mi maestra de Cuarto grado, quien acompañó en mi vida ser testigos de la Guerra de Malvinas. 
Su nombre: Dora.
En aquellos tiempos tan tristes mi maestra pidió que hiciéramos un Trabajo Práctico. 
Teníamos que conseguir y recortar de diarios y revistas
“todo lo que se publicara sobre el conflicto”.
Yo, espíritu curioso, le pregunté que teníamos que hacer con ellos: 
¿subrayarlos, buscar algunas palabras, escribir un comentario?
La Señorita Dora me contestó: solo pegarlos en hojas de carpeta y guardarlos muy bien.
Le pregunté: ¿Para qué?
Ella respondió: cuando seas grande, si lo guardaste bien… vas a darte cuenta de eso.
El tiempo pasó. 
Crecí, estudié, comencé a trabajar en esta profesión que tanto amo, 
y forme una familia maravillosa.
Muchos años después, revolviendo mis cosas pendientes en casa de mi mamá, 
me encontré con el Trabajo Práctico de la Señorita Dora.
Y allí… releyendo recortes amarillentos, fue cuando comprendí.
Entendí que la Señorita Dora tuvo la brillante idea de proponernos y asegurarse 
que construyéramos Historia. Que hizo lo posible para que sus alumnos y alumnas, 
testigos de tremenda realidad, pudieran poner en valor algún día, 
eso tan duro que les tocaba pasar.
Mostré esos recortes a mis hijos, a algunos colegas.
Cada persona que lo vió le prestó atención, me preguntó algo 
o agregó algún comentario personal.
¡Bravo Señorita Dora! ¡Cuánto me enseñaste pidiendo un trabajo tan sencillo!
Esa intervención que en su momento me pareció pequeña
y que valore tanto tiempo después, 
es la que hoy me ayudó a pensar lo que le faltó a mi Trabajo Práctico: 
mi opinión personal. Lo que sentí al leer cada uno de esos recortes, que pegué allí.
En estos momentos tan difíciles, me atrevo a compartir esta experiencia personal 
con la intención de proponerles a ustedes, comunidad del Jardín, lo siguiente:
Tómense un momento del día para dejar a un costado todo aquello que estén haciendo: 
trabajar a cualquier hora, asegurar las mejores condiciones en casa,
contener a las infancias que cada día están más ansiosas,
tolerar los cambios de humor de aquellos con quienes conviven.
Apaguen la tele, bajen la música, quédense quietos… y destinen cinco minutos a estar solos 
con sus pensamientos y sus sensaciones, sus temores, sus fortalezas y debilidades.
Asegúrense de contar con una única compañía: papel y lápiz.
Dense el permiso de escribir allí aquello que piensan, lo que sienten, 
lo que no pueden o no se atreven a decirles a sus parejas, a sus amistades, 
a sus hijos, a ustedes mismos.
Los y las invito a hacer nuestro propio Trabajo Práctico. 
A construir Historia. 
A hacer de esta realidad compleja y dura una oportunidad de enseñar a otros, 
en un futuro no tan lejano. 
A dejar testimonios para que las infancias que hoy
no comprenden razones ni motivos suficientes 
a todo lo que les estamos pidiendo,
encuentren respuestas más adelante. 
Esas respuestas que no van a poder encontrar en Internet.
Hacer de nuestra experiencia algo que no haya ocurrido en vano.
Esta no es una tarea más del Jardín. 
Las Familias no deben informarla a la Seño de la sala por mail, 
ni el Personal debe enviarla como reporte de situación al Directivo.
Es solo un “permiso” que me tomé, para compartir un pensamiento.
¡Gracias Señorita Dora!
¡Gracias Docentes y Auxiliares!
¡Gracias Familias!
Por enseñar y aprender. Por quedarse en casa haciendo lo mejor. 
Por entender que la responsabilidad de cada persona, es lo que nos sacará
nuevamente a la vereda, 
y nos encontrará jugando una divertida rayuela, 
antes de que nos demos cuenta.

Atte.
Graciela Rodriguez.